La toma de decisiones precisa la modelización de ámbitos de decisión y de identificación de opciones que permitan identificar aquella que mejor satisfaga al objetivos (u objetivos) de la empresa. Para esto es conveniente definir a la empresa como un ámbito virtual representado por una función de transformación física e informacional cuyo objeto es la maximización del valor de la empresa en relación al capital invertido por sus propietarios.
Cuando se habla de procesos de transformación de una empresa lo normal es observar sólo el ámbito físico: la planta, las materias primas, maquinaria e instalaciones, productos terminados, etc., pero para que todo esto funcione es necesario tomar “decisiones sobre qué hacer” y “hacer que las cosas se hagan”. Esta situación depende de otro sistema empresarial de transformación: el sistema informacional-decisional que es el que, en última instancia, identifica los cursos de acción funcionales a seguir en pro de satisfacer los objetivos empresariales. Es precisamente bajo este sistema donde se decide transformar los insumos en productos, los costos en beneficios y los egresos en ingresos; es decir, decidirá si los esfuerzos realizados (insumos, costos, ingresos) se verán compensados por los resultados (productos terminados, beneficios obtenidos, ingresos esperados). En la figura 1 se ilustra esta relación.
Observando la figura 1 queda en evidencia que las decisiones requeridas deben justificar que ciertos recursos (materias primas, dinero, etc.) pierdan su naturaleza para verse transformados en diferentes tipos de productos terminados (producto terminado, utilidad, etc.). Para lograr esto se requiere un sistema de medidas que permita anticipar que el valor de factores de entrada -materias primas, recursos humanos, recursos financieros- que se emplean sea inferior al valor de los productos que se obtienen para que sea una transformación conveniente. Para ello se requiere de un proceso de transformación de información dentro de tres ámbitos decisionales:
Ámbito decisional físico
La empresa debe cuantificar las entradas y salidas en términos físicos realizando un conteo de las unidades de materias primas adquiridas, las unidades incorporadas al proceso productivo, las unidades terminadas y almacenadas, las unidades comercializadas y de las que se ha recibido el pago. La relación de productos (salidas) con insumos empleados (entradas) define la productividad de la empresa en términos de cantidad, eficiencia y eficacia.
En términos de competitividad, basados en la cantidad, se entiende que la misma se verá afectada de manera positiva si es posible producir más unidades de productos terminados con la misma cantidad de insumos empleados, por ejemplo.
Ámbito decisional económico
Además de la relación de entradas y salidas en términos físicos, la empresa tiene que establecer esa relación en términos económicos. La relación económica permite justificar el uso de determinados elementos en la producción de un bien o servicio destinado al mercado, en función de la continuidad de los resultados esperados, en este caso la rentabilidad.
La relación entre las entradas y las salidas se miden a través del valor económico de las unidades físicas, esto es, el precio. Así, las magnitudes económicas se expresan mediante dos términos: la cantidad y el precio.
Ámbito decisional financiero
Una empresa que descuide el factor tiempo dentro de su gestión corre el riesgo de sufrir inconvenientes derivados de su incapacidad para cubrir sus compromisos por insuficiencias financieras. Esta situación puede presentarse a pesar de tener relaciones de productividad y rentabilidad positivas.
Términos inadecuados de cobros y pagos pueden conducir a tal situación, que puede ponerse bajo control a través de una correcta gestión en términos de flujo de caja. Por ejemplo, el ciclo de las “cuentas por cobrar” debe ser más corto que el ciclo de “cuentas por pagar”.
Como puede verse, los tres ámbitos decisionales son imprescindibles pero se debe recurrir a ellos sólo si realmente se quiere operar de manera eficiente el ciclo ‘dinero-adquisición-producción-almacenamiento-venta-dinero’.
Todo resultado determinado en términos diferentes al dinero es provisorio y sujeto a ajustes en tanto se recupere aquella naturaleza de efectivo disponible. Sólo el dinero hace posible la cancelación de deudas; permite el acceso a la corriente de bienes y servicios que se transan en una economía particular. Sólo cuando un activo adquiere nuevamente la forma de dinero es factible su reasignación al mismo u otro destino, una elección que posibilita la asignación eficiente de los recursos. Por esta razón, no es posible obviar el análisis y visión de lo financiero a través de los tres ámbitos decisionales.